En un evento televisado en horario estelar, un sonriente Donald Trump presenció satisfecho como lo que podría ser su ultimo gran movimiento político como presidente se completó: La confirmación de la extremadamente conservadora Amy Coney Barrett como jueza de la Suprema Corte de Justicia en Estados Unidos, lo que por fin le otorgará al partido Republicano la mayoría de los magistrados republicanos en la Suprema Corte.
El evento que se veía venir desde que se anunció la muerte de Ruth Bader Ginsburg, se llevó a cabo poco más de una hora después de que el Senado, que también está en control del partido de Trump, confirmara que la votación de los senadores había arrojado la victoria de Coney, con la única sorpresa de que la republicana Susan Collins votó en contra, por lo que el resultado fue e52-48.
A pesar de que el senado ha ignorado problemas de vital importancia, como la asignación y distribución de apoyos económicos a individuos afectados por el Coronavirus, el proceso de Coney Barrett fue extremadamente acelerado por presión de Trump, que tenía la urgencia de confirmar a su elegida antes de las elecciones, lo cual ultimadamente logró.
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La familia Barrett ha capturado el corazón de Estados Unidos. Es muy apropiado que la jueza Barrett ocupe el asiento de una verdadera pionera de las mujeres, la jueza Ruth Bader Ginsburg” indicó Trump sobre la mujer que tiene una mentalidad completamente opuesta a la de su predecesora.
El juramento que he tomado solemnemente esta noche significa que haré el trabajo sin temor ni favoritismo y lo haré independientemente de los poderes políticos y de mis propias preferencias” señaló la nueva integrante de la Casa Blanca.
La confirmación de Barret dibuja un futuro incierto para los movimientos más progresistas del país, al darle una tendencia extremadamente conservadora a la institución legal más importante.
