“Las niñas son la mitad de Afganistán. Tienen que ser educadas y se merecen recibir una educación. Debe haber un ambiente en el que puedan continuar con su educación, si no, Afganistán no podrá prosperar”, dijo Somaya Faruqui, la capitana del equipo nacional femenino de robótica.
La diputada y activista Fawzia Koofi, que dirige Movimiento para el Cambio en Afganistán, el primer partido afgano liderado por mujeres dijo que está ocurriendo exactamente lo mismo que en 1996 cuando miles de mujeres como ella no pudieron ir a la universidad y pidió tener en cuenta también el “aspecto económico” de prohibir que las jóvenes se eduquen, en un país donde el 65% de la población son jóvenes.
La premio Nobel de la Paz, Malala, que recibió un disparo en la cabeza por parte de los talibanes en Pakistán por negarse a abandonar la escuela, pidió a la comunidad internacional que se tome este asunto “en serio”. “No podemos hacer compromisos con la protección de los derechos de las mujeres y la dignidad humana”.
