La Organización Panamericana de la Salud anunció este miércoles que la mitad de las personas en América Latina y el Caribe ya han recibido la pauta completa de vacunas contra el COVID-19 y que el número de muertos por la enfermedad disminuyó un 17% durante la última semana.
El subdirector de la agencia regional de salud de la ONU, el doctor Jarbas Barbosa, confirmó esta noticia en rueda de prensa y explicó que ya se han administrado en la región unos 750 millones de dosis de la vacuna contra el coronavirus, aunque recordó que todavía hay una desigualdad muy importante entre países.
“Afortunadamente, ya tenemos 20 países en las Américas con más del 40% de su población protegida, pero todavía tenemos cinco países que no alcanzaron el 20% que corresponde a los grupos más vulnerables: los profesionales de la salud, los adultos mayores y las personas con enfermedades crónicas”, detalló.
La directora de la Organización, la doctora Carissa Etienne, aclaró previamente que el quinteto de países a los que se refirió el doctor Barbosa es: Guatemala, Jamaica y San Vicente y las Granadinas, con menos del 20% de la población inmunizada, y Nicaragua y Haití con registros de un solo dígito.
Respecto a la posibilidad de alcanzar el objetivo marcado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) de tener vacunada al 40% de la población, Barbosa indicó que cree “que casi todos los países” de la región pueden lograr esta meta.
Sin embargo, con relación al propósito adicional de llegar al 70% de la población inmunizada para el final del primer semestre de 2022, declaró “que se necesita tener más acceso a las vacunas”, pero matizó que alcanzar ese registro no garantiza el fin de la transmisión de la enfermedad.
“Es muy importante ampliar la vacunación lo máximo posible para alcanzar no solo el 70%, pero quizás el 80, 85 o el 90% para proteger a todos, pero también es muy importante mantener las medidas de salud pública hasta que la transmisión esté controlada. La cobertura de vacunas no es el único indicador para decir que la transmisión terminó. Se tienen que monitorear todos los datos epidemiológicos y las medidas de salud pública”, alertó.
En relación con el balance semanal, la doctora Etienne explicó que en la región de las Américas se produjeron durante los últimos siete días cerca de 760.000 nuevos casos de COVID-19 y 12.800 muertes.
La resistencia a los antimicrobianos puede ser el próximo gran problema
Pese a los avances en materia de vacunación, Etienne también alertó sobre el aumento del uso de antimicrobianos durante la pandemia a unos “niveles sin precedentes”, y “con consecuencias potencialmente graves para los próximos años”.
Según la OMS, la resistencia antimicrobiana aparece cuando las bacterias, los virus, los hongos y los parásitos cambian a lo largo del tiempo y dejan de responder a los medicamentos, dificultando el tratamiento de las infecciones e incrementando el riesgo de propagación de enfermedades, de aparición de formas graves de afecciones e incluso de muerte.
“Los datos de los centros hospitalarios de la región muestran que entre el 90% y el 100% de los pacientes hospitalizados recibieron un antimicrobiano como parte de su tratamiento contra la COVID, mientras que sólo el 7% de estos pacientes tuvieron una infección secundaria que requirió el uso de estos medicamentos”, alertó.
Etienne señaló que con el uso “excesivo y erróneo de los antibióticos y otros antimicrobianos” se corre el riesgo de perder los medicamentos de los que dependemos para tratar infecciones comunes.
“En toda nuestra región, varios países, como Argentina, Uruguay, Ecuador, Guatemala y Paraguay, están informando de un aumento en la detección de infecciones resistentes a los medicamentos que probablemente han contribuido al aumento de la mortalidad que hemos observado durante la pandemia en los pacientes hospitalizados”, explicó.
La directora de la OPS también destacó que los antimicrobianos se usaron indebidamente fuera del ámbito hospitalario y que medicamentos como la ivermectina, la azitromicina y la cloroquina se utilizaron de forma generalizada como tratamientos no probados, incluso cuando se dispuso de evidencias de que no tenían ningún beneficio para los pacientes de COVID.
“Los profesionales de la salud de todo el mundo deberían hacer un uso responsable de los antimicrobianos y prescribir antibióticos sólo cuando sean necesarios, porque el uso indebido de estos medicamentos es perjudicial para los pacientes y también para la salud pública. Y los países deberían garantizar que la gente no pueda comprar antimicrobianos sin receta médica”, indicó.