Más de un millón de especies en el mundo están en peligro de extinción, y están desapareciendo a un ritmo de cien a mil veces mayor que en el pasado. Estos son los datos recientes proporcionados por las Naciones Unidas que, en estos meses marcados por la pandemia de Covid-19, ponen aún más de relieve el vínculo entre el hombre y la naturaleza, su impacto en la economía y en la vida cotidiana, y los peligros derivados de la destrucción del medio ambiente.
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En este sentido, “la biodiversidad es un seguro para nuestras vidas”, dice el comunicado de prensa que presenta la cuarta One Planet Summit, que se celebra hoy en París, con el objetivo de repensar la relación con la naturaleza e involucrar al mayor número posible de actores para un cambio de valores, modelos de desarrollo económico y de consumo que superen el actual paradigma de producción que hasta ahora ha dañado tres cuartas partes de la superficie terrestre.
Promovida por Francia, las Naciones Unidas y el Banco Mundial, la Cumbre contará con la presencia, entre otros, del Presidente francés Macron, la Canciller alemana Angela Merkel, la Presidenta de la Comisión Europea Ursula Von der Leyen y el Secretario de las Naciones Unidas Antonio Guterres, así como de representantes de la economía y de asociaciones.
En las conferencias de la jornada se abordarán cuatro temas relacionados con la preservación de la vida: la protección de los ecosistemas terrestres y marinos mediante áreas protegidas y la conservación de las especies que viven en ellas; el desarrollo de una agroeconomía sostenible que permita reducir la contaminación, aumentar el empleo y producir alimentos seguros; la creación de fondos de inversión pública y privada para la protección y rehabilitación de los ecosistemas y, sobre todo, el vínculo entre la deforestación, las especies animales y la salud humana, con los posibles riesgos relacionados con el contacto con las especies silvestres.
El objetivo de este último punto es poder trabajar mejor juntos para prevenir futuras pandemias, que, como dijo el grupo de expertos de las Naciones Unidas sobre la diversidad biológica en octubre pasado, “es probable que ocurran más a menudo, maten a más personas y dañen aún más la economía mundial, sin un cambio radical en la forma en que los seres humanos tratan la naturaleza”.
La pandemia en curso también ha causado el aplazamiento de muchas de las citas ya fijadas para abordar la cuestión ambiental a nivel internacional. La Cumbre One Planet -un evento nacido de la conferencia sobre el clima de París en 2015 y que hasta ahora ha involucrado a 121 países, ha recaudado dos mil millones de dólares de financiación y ha promovido más de 300 proyectos de investigación- será, por lo tanto, preparatoria de los tres principales encuentros de este año: el Congreso Mundial de la Naturaleza que se celebrará en Marsella el próximo septiembre, la Cop15 sobre la biodiversidad en Kunming, China, en octubre y la Cop26 sobre el clima en Glasgow en noviembre.
Es precisamente la lucha contra el cambio climático uno de los pilares para el cuidado de la creación. Según el servicio de monitoreo del clima de la Unión Europea, el año 2020, a la par del 2016, fue el año más caluroso desde que se registraron estas temperaturas, con 0,4 grados más que en el 2019. Es el sexto año por encima de la media en la década más cálida registrada. El objetivo establecido por el Acuerdo de París de 2015 era contener el aumento del calentamiento de la Tierra en dos grados centígrados o al menos un grado y medio. El crecimiento de poco más de un grado hasta ahora ha sido suficiente para causar un aumento de las sequías, inundaciones y tormentas que se salen de lo normal, lo que se hace aún más destructivo por el aumento del nivel del mar.
Entre las buenas noticias, sin embargo, está el cierre del agujero de la capa de ozono en la Antártida, vigilado durante más de 40 años y que a mediados de agosto había alcanzado un tamaño de más de 25 millones de kilómetros cuadrados debido, según informa la Organización Meteorológica Mundial, a “una temporada excepcional a causa de las condiciones meteorológicas naturales y la continua presencia de sustancias que reducen la capa de ozono en la atmósfera”.
Una variabilidad que demuestra, como explicó Oksana Tarasova, jefa de la división de investigación del medio ambiente atmosférico de la Omm, “la necesidad de una acción internacional continua para aplicar el Protocolo de Montreal que prohíbe las emisiones de sustancias químicas que reducen la capa de ozono”.