A 52 de Tlatelolco, las huellas siguen frescas. A 30 años de Rojo Amanecer, la película es más relevante que nunca.
En 1968, el 2 de octubre, alrededor de las 18:00 horas, el ejército mexicano dirigió las armas contra sus compatriotas, y disparó. 52 años después de la de Masacre de Tlatelolco, las secuelas dejadas por esta traición perduran en la cultura mexicana. En 1989, a escondidas del gobierno, en una vieja bodega se filmó la primera película que se atrevería a revivir el despreciable suceso: Rojo Amanecer.
Bajo la dirección de Jorge Fons y con la actuación de los hermanos Demian y Bruno Bichir, así como Hector Bonilla, el guion que originalmente se titulaba Bengalas en el cielo cobró vida. Rojo Amanecer fue la primera cinta que mostró de forma directa los sucesos del 2 de octubre. A pesar de las presiones del gobierno por impedir su lanzamiento, la película se estrenó y fue un parteaguas para el legado del infame día, dando paso a una mayor libertad –aunque aun cuarteada por el gobierno—para hablar de aquella tarde nublada en Tlatelolco.
La película cuenta la historia ya muy conocida; la marcha, la congregación, el edificio Chihuahua, los tanques y las bengalas; pero centrada en una familia ordinaria que vivía en el edificio donde sucedieron los hechos.
La historia de dos hermanos, interpretados por los Bichir, Jorge y Sergio, pertenecientes al movimiento estudiantil del 68. La película comienza a aumentar la tensión conforme el día se desarrolla y los habitantes del edificio Chihuahua empiezan a notar cosas extrañas en su edificio de apartamentos; Se va la luz, les cortan el teléfono, y aparecen policías y francotiradores. Poco después sucede la marcha y el mitin en la Plaza de las Tres Culturas, y las dos bengalas aparecen en el cielo. El resto de la película sigue a varios estudiantes escondidos en el departamento de los protagonistas mientras intentan sobrevivir.
Si bien la película no es ningún parteaguas técnico, y las actuaciones tampoco son maravillosas, la importancia simbólica de Rojo Amanecer no puede infravalorarse. En lo que todavía era un México oprimido por censura gubernamental, una película con la valentía para retratar una versión tan cruda y realista de un acto tan aborrecible de gobiernos anteriores es de aplaudir. Rojo Amanecer vivirá en la historia del cine mexicano por su desafío a las autoridades en pos de contar una historia verídica. La película es una dura crítica tanto al gobierno mexicano como a los medios de comunicación que los cubrieron en ese entonces. Rojo Amanecer también retó las versiones oficialistas que retrataban a los estudiantes del movimiento del 68 como meros delincuentes, mostrando en vez lo que realmente eran: jóvenes idealistas que querían cambiar para bien al país que los traicionó.
La película sigue siendo uno de los proyectos más destacados en la carrera de los hermanos Bichir y del director Fons. Los mensajes de indignación y repudio a las acciones del gobierno de Gustavo Díaz Ordaz continúan siendo parte de la cultura popular mexicana, así como la idea de una lucha incansable en busca de justicia por los asesinados el 2 de octubre. Con cada toma, cada línea de dialogo, cada personaje que recibió una bala en pantalla, la película parece repetir el mantra que hasta día de hoy se repite cuando se habla de los sucesos que acontecieron en la Plaza de las Tres Culturas: Ni perdón, ni olvido.