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Tabaquismo requiere más que “ganas” para superarlo

Por: Redacción

Cada año el tabaquismo ocasiona el fallecimiento de ocho millones de personas en el mundo. En México, de acuerdo con datos de la Dirección General de Epidemiología, más de 170 fumadores pierden la vida cada día como consecuencia de esta enfermedad que ahora es, además, factor de riesgo para hospitalización y muerte por coronavirus.

En ocasión del Día Mundial sin Tabaco, Guadalupe Ponciano Rodríguez, coordinadora del Programa de Investigación y Prevención del Tabaquismo de la Facultad de Medicina (FM) de la UNAM, refiere que, en promedio, los mexicanos fuman siete cigarrillos al día; “tenemos más fumadores ocasionales”. A pesar de campañas, esfuerzos, tratamientos para apoyarlos, la prevalencia en adultos se mantiene y en jóvenes aumenta.

A nivel mundial existen aproximadamente mil 300 millones de consumidores en sus diferentes formas. Con base en la última Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (2018), en nuestro país la prevalencia es de 17.9 por ciento en personas de 12 a 65 años de edad; es decir, más de 15 millones, señala la especialista.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera al tabaquismo como la principal causa de enfermedad, invalidez y muerte prematura, así como la número uno de mortalidad prevenible. En México, 10 por ciento del total de decesos son ocasionados por esa enfermedad, explica la científica.

A partir de 1987 el organismo internacional estableció el Día Mundial sin Tabaco para reflexionar sobre la importancia de este padecimiento. Antes de la COVID-19 numerosos epidemiólogos lo consideraban la pandemia del siglo XXI, porque representa un problema grave de salud pública.

Además, al inicio de la emergencia sanitaria se detectó que los fumadores tienen más probabilidad de presentar cuadros graves al contagiarse del virus SARS-CoV-2.

En contraste, los beneficios de dejar de fumar, explica la OMS, son casi inmediatos: a los 20 minutos disminuye la frecuencia cardíaca; transcurridas 12 horas las concentraciones de monóxido de carbono en la sangre vuelven a la normalidad; de la segunda semana a los tres meses la circulación y la función pulmonar mejoran. Por eso, este año el lema de la conmemoración es “Comprometerse a dejar el tabaco”.

Para los pacientes que tienen un grado mayor de dependencia, “contamos con medicamentos aceptados por la Secretaría de Salud, muy buenos, cuya seguridad y eficacia está comprobada”. El parche, que es una terapia de remplazo de nicotina, no funciona cuando “lo compras en la farmacia y te lo colocas tu solo, porque no sabes si es la dosis requerida, dónde y cómo ponerlo, y por cuánto tiempo; pero con un apoyo profesional por supuesto que es muy bueno y barato”.

Otros requieren, además, de fármacos como Bupropión, un antidepresivo que actúa a nivel de sistema nervioso central y la Vareniclina, que evita el síndrome de abstinencia (signos y síntomas que se presentan cuando la persona deja de fumar, como dolor de cabeza, insomnio, cambios de humor, aumento de apetito o disminución de la presión arterial).

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Aunque ese proceso puede resultar difícil, más aún con el estrés social y económico que trajo la pandemia, existen numerosas razones para dejar de fumar y para ello los pacientes pueden contar con apoyo profesional, recalca la universitaria.

Ponciano Rodríguez explica que en México todavía fuman más los varones que las mujeres, en una relación aproximada de dos a uno; sin embargo, es preocupante que esta práctica se presenta cada vez más en grupos más jóvenes: niños de 10 años aparecen en las encuestas epidemiológicas, porque comienzan a fumar a esa edad.

Además, va en aumento el número de mujeres que fuma, lo cual es también preocupante porque son más susceptibles a desarrollar enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) y a hacerse adictas; en alguna etapa de su vida adulta encontrarán muy difícil dejar de fumar, aunque estén embarazadas.

En el grupo de 10 a 19 años la prevalencia es de aproximadamente seis por ciento; es decir, un millón de niños y adolescentes ya están fumando. El promedio de edad de inicio es de 14 años y eso es grave porque la nicotina es una droga adictiva, incluso más que la cocaína o la heroína por su comportamiento farmacológico, con un fuerte impacto en el cerebro que terminará de madurar hasta los 21 a los 24 años, los cerebros jóvenes son más susceptibles a las drogas y se hacen adictos más rápidamente, advierte la universitaria.

Además, el tabaco es conocido como “droga puerta de entrada”: los jóvenes que fuman tabaco, tienen trece veces más riesgo de empezar a fumar marihuana y de consumir alcohol.

A pesar de que la ley prohíbe la venta de cigarrillos a menores, en la realidad la restricción es nula. “Se les venden porque se asume que son para el papá o la mamá. Además, los adquieren por unidad”. A eso hay que sumar que la industria aprovechó la pandemia para utilizar de manera indiscriminada las redes sociales y vender por internet cigarrillos electrónicos, vapeadores y otros sistemas electrónicos de administración de nicotina.

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