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¿TRABAJAR ES SUFRIR?

Cuando todo mundo se pone de acuerdo en algo, el asunto me huele mal…

Siempre recordaré las lecciones de mi madre que todos los días me sentenciaba al fracaso si no estudiaba y trabajaba, tenía que ser: “un hombre de provecho”, útil para la sociedad y esto lo lograría solamente a través del trabajo; para muchas personas de mi generación (Baby Boomers), el trabajo era parte esencial de nuestras actividades fue una prioridad de nuestra existencia, absorbía la mayor parte de nuestro tiempo y con ello nuestras vidas. Las principales preocupaciones eran el trabajo y la familia, se tenía la idea que se vivía para trabajar, no se trabajaba para vivir, obtener el sustento no era suficiente, la realización ocupaba un lugar primordial, pero aún con mucho trabajo había tiempo para vivir.    

La generación de los Baby Boomers, trató de educar a sus hijos con esa misma forma de pensar y principios, sin embargo, los cambios sociales, económicos y productivos se presentaron de manera vertiginosa y esta filosofía no se logró transmitir del todo. 

Por esas premisas se pensó que lo importante del trabajo era el sueldo que se otorgaba por realizarlo, se dice coloquialmente “el trabajo es tan malo que por eso te pagan” e incluso valoran el trabajo por sus rendimientos económicos, es decir, por algo externo al trabajo mismo. Creemos que el trabajo no es algo que se hace, sino que uno se hace en el trabajo; es una actividad productiva y creadora que brinda beneficios para todos y que juega un papel central en la salud mental de cada individuo. Hemos olvidado que el reconocimiento es fundamental para la construcción de la identidad y que, en el trabajo, la obtenemos de nuestros jefes, colegas, usuarios y clientes, es una retroalimentación que nutre a todos.

Trabajar sin olvidar el lado humano

En muchas empresas y sus áreas se desarrolló la obsesión persistente por la eficacia y la competencia, se ha olvidado el aspecto humano de los trabajadores, se les juzga y utiliza como piezas de un juego donde se pueden mover a voluntad o incluso desechar. En una investigación realizada en la zona fronteriza de nuestro país, se encontró que los trabajadores se sentían como piezas de un motor que eran reemplazables cuando se desgastaban y el área de Recursos Humanos se dedicaba únicamente a contratar y despedir a ese personal sin muchos argumentos.

Existen diversas versiones y razones de lo que se le ha llamado: “sufrimiento en el trabajo” y se explica por distintos motivos, por ejemplo: hasta hace unos meses se pensaba que las nuevas tecnologías, en especial la computadora, disminuirían el trabajo de las personas, la realidad nos muestra que la sobrecarga se ha vuelto tal que los japoneses han acuñado una palabra “Karôshi”, para aludir a una muerte súbita por un infarto cardíaco o por un evento vascular cerebral (EVC) en personas sanas que han sido literalmente “asesinadas por el exceso de trabajo”, según los expertos en Salud en el Trabajo. Otro término que nos alerta sobre la realidad laboral es el llamado síndrome de “burn out”, expresión que describe el desgaste y la depresión ligada al agotamiento. A estas patologías se suma la auto explotación, las derivadas del “mobbing” o acoso laboral, y la destrucción de la vida privada de los trabajadores con largas jornadas de trabajo sin respeto a ningún horario, el acoso vía celular o e-mail, que impide olvidarse del trabajo, incluso no tener tiempo libre, siempre con la amenaza del despido. En el pasado nos decían que debíamos estar agradecidos porque nos daban trabajo, en la actualidad le tememos al fantasma del desempleo, la pandemia ha contribuido en mucho este fenómeno.

El trabajador ante el acoso de una política laboral que privilegia la competencia y la rivalidad han deteriorado la capacidad de defensa de los trabajadores; los sindicatos obreros son cada vez más vituperados con razón o sin ella, y sin la solidaridad a sus agremiados a los cuales debieran defender, proteger y cuidar. La obsesión y casi locura en muchas empresas para que los empleados delaten a sus compañeros ha desarrollado en ellos “patologías de la soledad”, que se suman al miedo de ser despedidos o sancionados por cualquier acción que alguien considere negativa.

Llama la atención que las empresas también se afanen por crear códigos de ética, promuevan el trabajo en equipo, prometan premiar la creatividad o sugerencias de mejores prácticas o procesos para incrementar la productividad y de esta forma mejorar la actuación de los trabajadores, mientras muchas de ellas, quizá sin saberlo, estén atentando contra el valor fundamental: la vida del trabajador

Nos ganamos el pan; pero hay que estar atentos a lo que perdemos con ello, nuestra Dignidad Humana.

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1 comment
  1. QUE GRAN DIFERENCIA HAY CUANDO SE TRABAJA POR GUSTO QUE CUANDO PENSAMOS QUE EL TRABSJO ES UN CASTIGO .
    Y DECIMOS : MAÑANA ES LUNES Y TENGO QUE TRABAJAR, CUANDO DEBERÍAMOS DAR GRACIAS POR TENER TRABAJO.

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