El número de virus, aún sin estudiar, que los mamíferos albergan es de aproximadamente 600 mil a nivel mundial, varios con potencial de afectar al ser humano, y aunque todavía no han evolucionado circulan de manera silenciosa entre los animales.
Gerardo Suzán Azpiri, de la Facultad de Medicina Veterinaria y Zootecnia (FMVZ), y David Roiz Pereda, investigador de la Escuela Nacional de Estudios Superiores, unidad Mérida, destacaron que estudios indican lo anterior, por lo que junto con científicos de diversas facultades y centros de investigación de la UNAM monitorean de forma permanente la presencia de virus, como hantavirus y coronavirus, especialmente en la Península de Yucatán, para conocer más sobre aquellos potencialmente dañinos para las personas.
Ambos, titulares del estudio, explicaron que el trabajo lo llevan a cabo en zonas conservadas donde hay murciélagos, roedores, garrapatas, y en zonas urbanas para entender cómo enfermedades usualmente silenciosas han pasado al humano, como la COVID, VIH o el ébola.
A esta transmisión se le conoce como zoonosis; es un proceso que lleva miles de años, pues los animales tienen el potencial de transmitir infecciones, sobre todo los mamíferos, como tuberculosis, brucelosis, leptospirosis y rabia. Cambios permanentes en la naturaleza ocasionan cada vez más la presencia de enfermedades transmitidas por especies silvestres.
Suzán Azpiri trabaja desde hace 20 años en el monitoreo en México, Costa Rica, Panamá y Estados Unidos, especialmente de virus, bacterias y otros organismos transmitidas por aves, mosquitos, murciélagos, roedores, carnívoros y marsupiales.
Ahora, en colaboración con la ENES Mérida, la Universidad Autónoma de Yucatán, así como con expertos de la Unión Europea y Estados Unidos encabeza el estudio para encontrar nuevos virus pues “con la pandemia hemos podido ver la importancia de prevenir y buscar los virus antes de que nos encontremos en una situación de extensión (donde los virus pueden pasar de zonas naturales a las zonas agrícolas, ganaderas y a la mancha urbana por la deforestación y cambios en el uso de suelo).
En la Península de Yucatán se combinan elementos como el polo de desarrollo de la UNAM, una zona de alta biodiversidad donde se reportan enfermedades transmitidas por mosquitos, garrapatas, marsupiales, roedores, aves, murciélagos, además de que en el sitio es posible documentar procesos de migración, comercio, barcos, aviones, autobuses y turismo.
“Hay muchos factores asociados que tienen que ver con la gente, la economía, el tipo de uso de suelo, la pobreza, el ambiente, la salud ambiental, salud humana, animal y vemos muchas conexiones interesantes. Nos interesa ver cómo va cambiando el uso de suelo, la pérdida de biodiversidad y surgen las enfermedades emergentes”, abundó el experto.
En el trabajo participan geógrafos, veterinarios, matemáticos, biólogos, expertos en salud, epidemiólogos, virólogos, genetistas, provenientes de la FMVZ, la ENES Mérida; los institutos de Biotecnología, de Biología, Ecología; del Laboratorio Nacional de Ciencias de la Sostenibilidad y el Centro de Ciencias de la Complejidad, así como diferentes colaboradores internacionales.
“Necesitamos la transversalidad de todas las disciplinas y pensar en esta visión conjunta de la eco salud en la que debemos trabajar todos los países y el sector salud para replantear una estrategia para prevenir” y revisar problemas relacionados con lo social, deforestación o uso de suelo”, consideró Suzán Azpiri.
A su vez, Roiz Pereda, del Instituto de Investigación para el Desarrollo (IRD, por sus siglas en francés) y colaborador de la ENES Mérida y agregó que “el mensaje es muy sencillo: proteger la naturaleza es proteger nuestra propia salud”.
Destacó que cuando el ser humano altera los ecosistemas porque deforesta, fabrica potreros, realiza agricultura intensiva para la producción de carne, lleva a cabo ecoturismo, miles de actividades, minería, o cualquier otra, lo que ocurre es que se puede enfermar.
El investigador descartó que se pueda evitar otra pandemia, pero lo que sí se puede hacer es “aumentar el conocimiento científico para intentar prevenir la próxima pandemia o tener más información sobre las cosas”.
Tiempo atrás se sabía que los coronavirus tenían potencial epidémico y que las enfermedades transmitidas por aerosol podrían ser las más peligrosas, toda vez que las transmitidas por mosquitos como el zika llevan a epidemias, pero nunca llegarán a causar una pandemia como la actual, aseveró.
“No solo intentamos ver cómo prevenir muchas enfermedades, sino también demostrar que podemos tener un equilibrio en el desarrollo económico, la protección de la salud y la naturaleza. Queremos buscar opciones que permitan un desarrollo más sostenible y una protección de la naturaleza y la salud”, finalizó Roiz Pereda.