La Amazonia representa el 62% de la superficie de Perú. Es el hogar de 51 pueblos originarios diferentes y de una enorme biodiversidad, como en pocos lugares del mundo. Recordando la exhortación postsinodal del Papa Francisco Querida Amazonia, cuyo primer aniversario se celebró el pasado mes de febrero, y recordando los principios de Laudato si’, la encíclica del Pontífice de 2015, conocemos los esfuerzos de la científica Claudia Vega por proteger la Amazonia y a sus habitantes.
En las últimas décadas, la Amazonia ha sufrido una fuerte presión por la sobreexplotación de sus recursos naturales, con graves tasas de deforestación y conflictos sociales. Una de las más conocidas es la de Madre de Dios, considerada “la capital de la biodiversidad de Perú”.
Claudia Vega estudió en el colegio de los jesuitas en El Salvador. Su preocupación por la naturaleza y la vida de todos los seres humanos tiene probablemente sus raíces en las numerosas actividades que realizó allí con el grupo de scouts del colegio. Tras finalizar sus estudios de bachillerato, invirtió mucho tiempo y esfuerzo en prepararse profesionalmente en áreas como la química y la medicina veterinaria, la salud y la protección del medio ambiente.
La Dra. Claudia Vega forma parte actualmente de un importante grupo de científicos en la Amazonia peruana, en el departamento de Madre de Dios. Allí es la coordinadora del Programa de Mercurio del Centro de Innovación Científica de la Amazonia (Cincia), cuyo objetivo es estudiar la contaminación por mercurio en la zona.
Vega señala que “desgraciadamente en Madre de Dios la principal actividad económica es la minería artesanal de oro (Mape), que se realiza con mercurio, un metal tóxico. La actividad de Mape es la principal fuente de mercurio antropogénico en todo el mundo, y el 52% del mercurio liberado por Mape en todo el mundo procede de Sudamérica.
Según un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS), “el mapeo está asociado a muchos problemas de salud laboral y ambiental, especialmente cuando se practica de manera informal o con recursos materiales y técnicos limitados”. El Papa Francisco, en su encíclica Laudato si’ de 2015, señala que existe un “uso desproporcionado de los recursos naturales” históricamente en ciertas partes del planeta. “Las exportaciones de ciertas materias primas para satisfacer los mercados del Norte industrializado han producido -recuerda el Pontífice- daños locales, como la contaminación por mercurio en las minas de oro o por dióxido de azufre en las minas de cobre” (51).
La dra. Vega explica que, para estudiar este fenómeno, se ha establecido una colaboración entre Cincia, la Universidad de Wake Forest (Wfu) y USAID, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, para crear un centro de investigación que busque soluciones innovadoras al impacto del Mape en la Amazonia peruana. En 2017 se creó el primer Laboratorio de Mercurio y Química Ambiental, con el objetivo de desarrollar estudios específicos en la región. Hasta ahora, se han tomado más de trescientas muestras para analizar la situación de la contaminación por mercurio: suelo, sedimentos, peces, aire, aves, humanos (cabello).
Al mismo tiempo, insiste: “Estamos convencidos de que el conocimiento tiene poder. Diagnosticar un problema es el primer paso para resolverlo. Necesitamos producir información científica para comunicarla a las personas (el público en general) y a los organismos de toma de decisiones (instituciones) para que se tenga en cuenta en la aplicación de políticas públicas que tengan como objetivo el desarrollo sostenible y la protección de la salud humana y del ecosistema en la región amazónica. Con información de Vaticano News.