Los artesanos llevan en sus manos la cosmovisión de sus pueblos, ellos son los narradores que dan forma a los objetos que maravillan al mundo por su belleza y perfección. Esta serie de estreno muestra cómo artesano y artesanía, creador y creación, entretejen historias de vida, tradiciones y cultura, dialogando de manera íntima y nostálgica con el pasado, revitalizándolo en el presente, asegurándole así, su permanencia en el futuro.
En el marco de la campaña Contigo en la distancia de la Secretaría de Cultura, Canal 22 estrena la serie documental Manos a la obra: de la memoria al corazón, una producción de la Asociación de las Televisiones Educativas y Culturales Iberoamericanas (ATEI), a la que pertenece el Canal Cultural de México, la cual, muestra las tradiciones de diversas zonas geográficas de Iberoamérica, sitios en los que la conjunción entre la riqueza de los ecosistemas naturales y la creatividad de mujeres y hombres ha dado como resultado la transformación de diversas materias primas en icónicas artesanías.
El primer capítulo, de los 24 que conforman esta serie, se traslada a Tonalá, Jalisco, en México, donde se mantiene viva la tradición del llamado barro canelo. La técnica que da nombre a estas artesanías consiste en el trabajo de la arcilla y su coloración con pigmentos naturales terrosos y cálidos; se emplea en la producción de utensilios como vasos, botellones y vasijas que se adornan con representaciones de paisajes y costumbres rurales, así como de flores y animales típicos de la región. En el municipio de El Rosario, la familia Pajarito es la de mayor tradición en esta técnica; el artesano Pablo Pajarito cultiva y reinterpreta el legado de su padre Nicasio y, de esta forma, lucha por preservar e innovar la herencia del barro canelo, trabajo que le ha merecido múltiples reconocimientos a nivel nacional y le ha abierto las puertas de las mejores galerías del mundo.
El resto de las historias retratadas en Manos a la obra son las de Ana Rosa Aguilar, artesana de tapetes monumentales de aserrín en Uriangato, Guanajuato (México); José Ramón Devis, artista fallero de Valencia (España); Juana Dionicio Rodríguez y Antonio Gutiérrez Hernández, creadores de tapetes anudados de lana en Temoaya, Estado de México (México); David Hernández, artesano creador de alebrijes en San Martín Tilcajete, Oaxaca (México); Rosa María Jerez Ruiz, creadora de las Otilias o vírgenes de barro en Ráquira, Departamento de Boyacá (Colombia); Alejandro Vera Guzmán y sus máscaras de madera en Santiago Juxtlahuac, Oaxaca (México).
De San Bartolo Coyotepec, Oaxaca (México), Fernando Nieto, maestro artesano del barro negro; el trabajo de la piedra en seco de Juan Bautista Montagut El Petxo, en Valencia (España); Juan Santos Rojas y el arte del papel amate en Pahuatlán y San Pablito, Puebla (México); los árboles de la vida de Metepec, Estado de México (México), trabajados por el artesano Benito Rivera Soteno; Hipólito Gutiérrez Castillo y la técnica del vidrio soplado de Tlaquepaque, Jalisco (México); las artesanías de cantera del maestro Alejandro Camargo Trejo de Escolásticas, en Pedro Escobedo, Querétaro (México); Abigaíl Mendoza, artista del telar de cintura en Santo Tomás Jalieza, Oaxaca (México); Ma. del Carmen Arbona Álvarez, pelotera de bandana en Valencia (España); de Colotlán, Jalisco (México), el maestro talabartero Ignacio Quezada Santoyo; las mojigangas de cartón del maestro Hermes Arroyo, en San Miguel de Allende, Guanajuato (México); y el arte de las esferas de vidrio del artesano Abel Castillo Martínez en Tlalpujahua, Michoacán (México).
