Estaba revisando discos para ver de qué escribiría hoy mientras escuchaba mi Descubrimiento Semanal en Spotify. No había encontrado nada que me cautivara cuando comencé a escuchar la prolongada nota de una guitarra, un piano incidental y una narración francesa. Bernard Lavilliers es el nombre del cantautor que escucharemos hoy.
La vida de Bernard Lavilliers no fue nada sencilla durante su juventud. Originario de la ciudad obrera de Saint-Étienne, su primer contacto con la música, particularmente ritmos latinos, llegó gracias a su madre. A los 13 aprendió a boxear y debido a su tempestiva personalidad pasó el año siguiente en el reformatorio juvenil.
A los 16 realizaba tres turnos como operador de un torno en la fábrica donde trabajaba su padre pero tuvo la oportunidad de irse a Brasil en el 65. Durante la segunda mitad de la década el movimiento contracultural conocido como ye-yé estaba en plenitud en Francia, la chanson se mezclaba con la psicodelia y personajes como Léo Ferré ya eran considerados héroes entre la juventud por su postura anarquista.
Cuando Bernard Lavilliers volvió a su país el ejército ya lo esperaba: había sido desertor del servicio militar y tuvo que reponer el tiempo perdido. No fue sino hasta 1967 que empezó a cantar en cabarets de Paris incluso firmando un contrato con Decca para publicar su primer sencillo “La Frime”.
Cuando estallaron las protestas del 68 participó activamente apoyando al movimiento obrero yendo a cantar a distintas fábricas que habían sido ocupadas en las provincias. Ese año publicó su primer disco, Chanson pour ma mie, profundamente influenciado por su héroe, Léo Ferré.
El éxito como músico de Bernard Lavilliers estalló durante los 70. Su segundo lanzamiento, Les Poètes (1972) llegó gracias a Francis Dreyfus, quien lo invitó a publicar bajo un sello que en ese entonces apenas se estaba creando: Motors. El álbum siguió la tendencia de su debut, piezas mayormente acústicas de carácter social, de crítica al sistema político, económico y religioso.
Un disco de Bernard Lavilliers: Le Stéphanois
“Comencé solo con mi guitarra, tocaba en cabarets y lugares pequeños. Ya tenía 30 años y necesitaba un sonido eléctrico. Comencé a hacer muchos conciertos entre 1975 y 1976 cuando formé mi banda […] tocábamos en lugares pequeños porque no podíamos contar con la radio”, recuerda Lavilliers conversando con l’Humanité.
La banda de Bernard Lavilliers consistía en: François Bréant (teclados), Pascal Arroyo (bajo), Hector Drand (guitarra), Manu Lacordaire (batería) y Dominique Mahut (percusiones). Con ellos volvería al estudio para grabar el disco que comenzaría a catapultar su carrera más allá de la escena francesa.
El grupo grabó en los Estudios Ferber de Paris bajo la producción de Francis Dreyfus. En 1975 se publicó The Stéphanois. El disco, que toma el gentilicio de su ciudad de origen, es una gran muestra del ingenio de Lavilliers a la hora de escribir canciones, algunos de sus temas, como la crítica al sistema político y económico reaparece de manera muy directa en canciones como “C.I.A” que habla de la intromisión de Estados Unidos en la vida de otros países o “L’Espagne” que hace referencia a la dictadura franquista; pero también se permite explorar el viaje a lo exótico en “San Salvador”; e incluso dibujo una distopia que bien podría haber sido narrada por George Orwell en “Le Grande Marée”.
La canción que me cautivó y de la que te hablé al inicio de esta columna se llama “Les Aventures extraordinaires d’un billet de banque”. Es un tema de Rock que narra (en primera persona) de forma ácida la forma en la que un billete pasa de una persona a otra y de un escenario a otro mientras critica al actual sistema económico haciendo alusión, incluso, al golpe de estado que había sucedido en Chile (1973).
The Stéphanois también fue el primer disco en donde Lavilliers decidió explorar de lleno los ritmos latinos. La chanson francesa llevaba conviviendo con este tipo de sonidos desde mucho antes, sin embargo, y a diferencia de sus antecesores, el acercamiento de nuestro músico se nutre además de géneros como el Funk y el Rock Psicodélico.
Otro disco de Bernard Lavilliers: Les Barbares
Tras el éxito de su disco anterior, Bernard Lavilliers logró firmar un contrato con Barclay, la disquera más importante de Francia en aquel momento y en donde los grandes del movimiento yé-yé (y más) encontrarían una casa.
Este contrato tuvo algunas implicaciones: más dinero, un mejor estudio, mayor producción. 12 músicos colaboraron en las grabaciones dentro de los estudios Barclay. La producción corrió a cargo de Richard Marsan.
Debido a que sus afilados temas seguían provocando comezón en los oídos oficiales, una vez más la radio no era opción para difundir el nuevo disco, Les Barbares, publicado en octubre de 1976. La solución fueron más conciertos y la participación en festivales de música. Ese mismo año Lavilliers participó en el Fête de l’Humanité, uno de los eventos culturales de más renombre en Francia y cuya organización corría a cargo del Partido Comunista.
Sonoramente este disco sigue el camino marcado por The Stéphanois un año antes. Rock, Funk, ritmos latinos y tropicales. Su posición política se hace presente desde los dos temas que abren el disco: “Les Barbares” y “Fensch Vallée”, la primera canción hace un desolador retrato de los obreros franceses, mientras que la segunda es una invitación a una muchacha burguesa para que vaya a conocer las zonas marginadas de su país. Escuchemos “Fensch Vallée”, mi canción favorita del álbum:
Otros temas que se hacen presentes son la drogadicción y la decadencia en canciones como “Berceuse pour une shootée” y “Junkie”; así como la crítica a la industria musical y a la forma en la que deshecha a los propios músicos en “Plus dure será la chute”.
Una de las canciones favoritas del disco y un clásico en el repertorio de Lavilliers es “La Zone”, que inicia con un hipnótico ritmo de congas hasta evolucionar en una pieza de influencia psicodélica con teclados, guitarra eléctrica y teclado.
La vida después
Si pensabas que éste era el fin de la historia debo decirte que no es así, que la carrera del cantante y boxeador estaba apenas catapultándose a lo más destacado de la música popular francesa. Un año después estaría tocando en el Olympia, uno de los recintos más importantes de París y también el más antiguo.
Bernard Lavilliers siempre ha sido incansable y logró alcanzar la popularidad sin la ayuda de la radio, cosa que para otros artistas y contextos sería impensable. Si te ha gustado lo que escuchamos hoy te invito a escuchar O Gringo, uno de sus álbums más populares y profundamente inspirado en el sonido latino. ¡Espero me cuentes cómo te fue!
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