Locas, histéricas, dramáticas, mentirosas, exageradas, violentas, y muchos calificativos más, sirven de pretexto para que miles de hombres (y también mujeres en el mundo) justifiquen durante años situaciones de violencia, que ejercen a sus parejas o familias, ya sea física, emocional, patrimonial o psicológicamente. Hoy en el marco internacional del Día de la Mujer hago un repaso a la memoria, soy madre de una hija, y como muchas madres, siempre pienso en formar a mi hija como un ser humano libre y autosuficiente.
Hace dos décadas era casi imposible pensar que podíamos alzar la voz y decir: “No estoy de acuerdo”, y pensar en salir a las calles por montones y quemar lo que se ponga a nuestro paso para decir “vivas nos queremos” ni pensarlo. Mis dos abuelas, fueron “dadas” a los abuelos, por acuerdos familiares; mi abuela materna relata que en su primera noche a lado de su esposo, recibió su primera golpiza, lo cual para ella era normal. Mi abuela paterna fue vendida al abuelo en una provincia de Michoacán, él tenía derecho a tener cuanta mujer quisiera, lo cual desató una tristeza y una fortaleza única en ellas.
Mi madre por su cuenta “lucho por que sus hijos tuvieran un padre, a pesar de lo que fuera”, siempre juzgue sus decisiones, hasta que arrastrada por mi propio sistema familiar, y con una carrera universitaria un día desperté a lado de un hombre que repetía frases como: “yo no te habría golpeado si tu no hubieras hecho o dicho u opinado tal cosa”, mi hija nació el 25 de noviembre de 2014, en 2018 vino lo inevitable, la separación, en medio de un mar de culpa.
Siempre pensé que aquellos golpes violeta, eran a causa de mi forma de ser, asumí merecerlo, y me autocastigaba, buscaba la aprobación de la gente, que alguien legitimará que yo no había provocado eso, y que él era un sujeto violento, pero peor aún que mi hija estaba en riesgo de repetir las conductas destructivas de ambos. Un verano decidí que no seguiríamos más así, al tiempo que él ya aun estando en la casa que vivíamos ya salía con otras chicas, que por cierto en aquel entonces yo llamaba de las formas más horribles, que alguien puede expresarse de una mujer hacia otra mujer, desconociendo, el tema de sororidad y menos que menos amándome.
Me inste en el papel de víctima, desconociendo mi poder, y el poder que puedo ejercer de manera positiva con otras hermanas, incluyendo mi propia hermana de sangre, quien ha sido un ejemplo formidable para mi hija, para mi madre y para todo el clan. Eugenia Alexandra, es una chica poderosísima, que ha sido un ejemplo de fuerza para mi hija y que en aquellos tiempos de violencia, estuvo junto con mi madre para maternar a mi hija. Cuando decidí tirar el papel de víctima y tomar mi poder, ese que todas tenemos de manera muy particular, acoplado a nuestro universo, pude atraer apoyo, ayuda y sobre todo conocí de frente la sororidad.
Hoy 8 de marzo, veo en el rostro y en la furia de nuestras hermanas la impotencia y coraje que muchas veces sentí al ser señalada por familia, por conocidos e incluso por aquellos que no sabían un gramo de mi vida pero opinaban porque mi pareja de ese entonces manejo una versión distorsionada de nuestros propios hechos, hoy aún me llueven insultos en los cuales, me llaman mentirosa, violenta, manipuladora, controladora y malvada con él, pues él es buena persona con las chicas que le agradan, y ellas por ende en el desconocimiento de esta realidad y vivencias de dolor, “defienden” a la pseudovictima, a quien siempre estaré agradecida por sacar de mi lo que me hace poderosa frente a mi hija.
En este círculo de reeducar y autoevaluarnos no deberíamos perdernos en el camino, este un mensaje más que de queja es un mensaje para mantenernos atentas y no adelantar el juicio, respecto a otra mujer. Querida cuando un chico te cuente lo mucho que sufrió con su anterior pareja, siempre ponlo en duda, hay que aprender a observar.
Durante muchos años decidí no interponer una demanda ni de manutención ni por violencia, a pesar de que existió mucha, a pesar de ello en mis cuentas personales sigo recibiendo amenazas de chicas “fans” de él para invitarme a dejarlo “en paz”, a ellas no las juzgo, pues cada una tenemos y creemos lo que somos capaces de creer, entender y asimilar.
Algunas hermanas no lograron nunca sobre vivir a la violencia en casa. No todas mueren corporalmente, otras morimos en espíritu, y eso es también terrible, pero en el andar llegan hombres y mujeres dispuestos a acompañarte a tu resurrección, y cuando despiertas, puedes mirar otro mundo, uno en el que al abrir los ojos florecen hermosos capullos violeta.
No hay muro que detenga a una mujer que conoce su poder, no hay barrera ni palabra que te detenga tu expansión cuando decides quitarte un papel que durante años fue sinónimo de virtud, el de víctima, y entonces te vistes con hermosos trajes de poder, de autosuficiencia y tu gala más hermosa es la palabra, y el amor que profesas a tu género, porque si vive una vivimos todas, porque si una grita la otra hará eco, porque si una florece todas, incluidas las nuevas generaciones lo haremos todas.
El feminismo no es sinónimo de terror como lo han querido plantear quien aún se resiste y detracta a un movimiento que solo busca la igualdad. La iconoclastia es solo el resultado de que no queremos seguir siendo silenciadas, de hacer visible lo que quieren volver invisible. Como madre, hermana, hija, amiga, y todas mis facetas, nunca diré a mi hija “calladita te ves más bonita”, ella es hermosa cuando arde, cuando grita, cuando dice “no” a lo que no le gusta y hace respetar y validar lo que decide.
Ella brilla cuando baila, cuando sonríe, cuando canta, cuando es ella. Y a ti que tienes poco de conocer a un chico; no porque coincidan en gustos, y digas que sí a todas sus opiniones, y vayas en contra de un clan de hermanas que arde, algunas aún en medio de sus propios dolores otras en amor, otras más en empatía, evita juzgar, evita ponerse de su lado, no necesitas estar del lado de nadie, tal vez (y que nunca sea así) tu podrías ser la siguiente que necesite de la ayuda y respaldo de este enorme clan que cada día florece, más en el mundo.
Y si tú eres un chico no busques la aprobación de las chicas que te gustan a través de un movimiento tan claro, mejor #rompeelpacto, documéntate, y pide a los hombres cercanos a ti que no fomenten ni solapen actos machistas, porque donde una florece, todos somos uno y floreceremos todos, pues el movimiento no se trata solo de mujeres se trata de un cambio social que podría impactar en el futuro de cada ser de este universo.