En los últimos años, Netflix se ha destacado por ser de los estudios de hollywood más dispuestos a tomar riesgos, quizá solo detrás de A24, y la ultima cinta de Kaufman no es la excepción. I’m thinking about ending things empieza contando la historia de una mujer joven, cuyo nombre no sabemos y será conocida literalmente como La mujer joven, cuando va a conocer por primera vez a los padres de su novio con el que lleva poco tiempo saliendo.
Conforme el día, el viaje, y la cena se desarrollan, las cosas se van poniendo más incomodas tanto para nuestra protagonista como para la audiencia. En lo que primero parecería un drama genérico de relaciones, Kaufman comienza a elevar la tensión al punto de que la película llega a sentirse casi como un thriller psicológico en momentos. A lo largo de la velada, el director comienza a manipular la percepción de su audiencia, obligándolos a poner atención, cambiando detalles de la historia, jugando con la edad aparente de sus personajes, y creando contradicciones en pantalla fáciles de perderse si no se está con ojo atento.
El recurrente uso de la metáfora en la cinta de Kaufman
La película visita la metáfora en repetidas ocasiones, los personajes a menudo recurren a poemas o canciones para darle forma a sus pensamientos y emociones, con el tema general de la cinta siendo el envejecimiento, las oportunidades perdidas, y el uso de la fantasía para evitar afrontar la realidad. La vejez es una de las palabras omnipresentes en la cinta, flotando terrible sobre las cabezas de los personajes, recordándoles lo cruel que es el crecer.
La película que empieza siendo simplemente incomoda de ver, y termina siendo un deprimente viaje por el tiempo, es un estudio introspectivo que toca muchos temas sin realmente centrarse en un mensaje, lo que le hace un poco de daño. El rol de los padres en la personalidad de los hijos, las expectativas que se tienen de las mujeres en las relaciones, y la idealización del romance creado por la televisión, entre otros, son algunos de los puntos que Kaufman explora en las dos horas de película que terminan con un giro que será fácil de adivinar para los que estén alerta desde el principio
Toni Collette interpreta a la madre del novio, reafirmando que es un peso pesado en Hollywood al dar otra escalofriante actuación que en ningún momento se siente tan caricaturesca como para arruinar la escena. Por otra parte, Jessie Buckley y Jesse Plemons, como la pareja protagonista, tienen una excelente química en no tener química en lo absoluto; creando una deprimente, pero realista, pareja sin cariño pero que por razones inexplicables permanece unida.
Al final, la película mira su audiencia, literalmente en un par de ocasiones, y la reta a preguntarse por cuanto tiempo puede uno vivir en las fantasías de todas las cosas que no sucedieron.