Para vencer la violencia y la desigualdad que afecta a mujeres de todo el mundo, la activista colombiana y defensora de Derechos Humanos, Ruth Chaparro, afirma que “urge educar a los hombres en el respeto” y trabajar con toda la sociedad. “Esta lucha de las mujeres se gana de la mano con los hombres, solas no vamos a poder”, añade en entrevista con Vatican News.
Dentro de los numerosos efectos que ha causado la pandemia del Covid-19 en el mundo, preocupa alarmantemente el incremento de la violencia contra las mujeres. Un situación que conocen de cerca quienes trabajan sin descanso en la defensa de los Derechos Humanos, especialmente en favor de los grupos más vulnerables de la sociedad.
En este contexto, Vatican News entrevistó a Ruth Consuelo Chaparro: comunicadora social, colombiana y activista de los Derechos Humanos, que trabaja con pueblos indígenas a lo largo y ancho del país, y también en otros países de América Latina.
– Como primera aproximación a nivel mundial, cabe destacar que alrededor del 70% de las personas que trabajan en salud son mujeres. Esto significa que es un grupo altamente expuesto, por ejemplo, al contagio del Covid-19. Por otro lado, en algunos países más del 60% de mujeres, niñas y adolescentes trabajan en la llamada “economía informal” asociada a los bajos ingresos. Teniendo en cuenta que la violencia contra las mujeres ha crecido durante la pandemia, ¿cómo describiría la realidad de la mujer en Colombia y en qué situaciones las mujeres son más vulnerables?
La situación es diversa porque hay algunos grupos de mujeres privilegiadas pero la gran mayoría está en condiciones de desigualdad.
Además de la pobreza y de la violencia que ya traíamos; con la pandemia, sobre todo, se han agudizado estas dos realidades y la exclusión de los procesos educativos. El precio siempre lo pagan los más débiles y en este caso las mujeres entran en este grupo. La situación es dramática, el feminicidio realmente ha aumentado.
El hambre ha aumentado y sobre las mujeres cae, no solamente su propia vida, ni la necesidad de protegerse; sino además la necesidad de proteger a sus hijos. Digamos que es una triple carga difícil de llevar. Sin embargo, en Colombia hay mujeres valientes, guerreras, resistentes que nosotros admiramos profundamente, pero que requieren de solidaridad y requieren de justicia.
Mujeres deben crear fuerza
– En muchos países latinoamericanos hay avances en el reconocimiento legal de los derechos, por ejemplo, la igualdad entre hombre y mujer y la protección contra la violencia ejercida por los varones. A pesar de esto, las leyes no benefician suficiente a las mujeres. ¿Qué queda por hacer? ¿Dónde poner el énfasis?
Bueno, en Colombia hay avances jurídicos. Por ejemplo se han endurecido las penas contra los delitos relacionados con el abuso sexual y con las violaciones carnales. También se han endurecido las penas para los que cometen feminicidio y se han generado algunas normas para que haya equidad de trabajo en los niveles directivos y políticos del país.
Esto es un logro que hay que celebrar y reconocer, pero pasar del papel a la realidad nos costará décadas sucesivas de un trabajo incansable porque hay una exclusión impresionante. Las vueltas y la lentitud de un sistema judicial en Colombia que en su mayoría está en manos de hombres y además somos un país tan grande y tan diverso con muchas presiones: en lugares donde no llega ni el agua ni la comida, menos llega la justicia.
Entendemos el reconocimiento legal como un como un resultado de unos procesos complejos de reivindicación, pero sabemos que muchas mujeres van a morir y muchas seguirán muriendo sino hacemos un trabajo enorme, no solamente para que las mujeres no sean violadas, sino para que los hombres no sean violadores.