Hoy en día ya es bien sabido que la velocidad de la luz no es infinita, que hay un limite de velocidad que ni siquiera la luz es capaz de superar, pero antes se tenían muchas dudas sobre este tema y se creía que la velocidad de la luz tenía que ser infinita, o simplemente no se pensaba mucho en que la luz podría tener una velocidad, a la primera persona que se adjudica tratar de averiguar cuál es la velocidad de la luz es a Galileo Galilei.
En uno de sus trabajos “Diálogo acera de dos ciencias” aborda el tema de la velocidad de la luz, dónde pone en debate si la velocidad de esta es finita o infinita, argumentando por un lado que la velocidad debe ser infinita pues cuando cae un relámpago primero vemos el haz de luz y después de un rato escuchamos el sonido, y refutando por el otro que esto no nos asegura que la velocidad de luz es infinita, solo nos dice que debe ser mayor a la del sonido.
La alineación de Júpiter y Saturno
Galileo creía que la velocidad de la luz no podía ser infinita y propuso un experimento para averiguarlo, experimento que consistía en que dos personas paradas una frente a la otra y separadas por una milla llevarían consigo una linterna tapada con una manta, una de ellas destapaba su linterna y la otra persona al ver la luz destapaba la suya, así se podría medir el tiempo transcurrido desde que la primera destapó su linterna hasta que la otra destapó la suya, el experimento no dio resultados útiles porque la velocidad de la luz es muy superior a la velocidad de reacción humana.
La pregunta quedó abierta, con el experimento de Galileo no se pudo esclarecer si la velocidad de la luz era finita o infinita, y la respuesta no llegó hasta 1676, Ole Roemer un astrónomo danés que trabajaba en París dedujo que la velocidad de la luz era finita, aunque no supo decir su velocidad exacta. La deducción de Roemer se basaba en sus observaciones de Io la luna de Júpiter, notó que los eclipses de esta estaban retrasados por unos pocos minutos con respecto a las predicciones, esto lo atribuyó a que un observador a la tierra lo vería atrasado a causa de que la luz de la luna tarda en llegar a la tierra, por lo tanto, la velocidad de la luz no es infinita.
Sabiéndose ya el hecho de que la velocidad de la luz no es infinita, que hay un límite el cuál ni siquiera la velocidad de la luz puede superar, la atención se enfocó en descubrir cuál es ese límite, uno de los avances más grandes para encontrar la velocidad de la luz lo consiguió dar el físico francés Hipolyte Louis Fizeau 173 años después, es decir, en 1849, Fizeau hizo que un haz de luz hiciera un recorrido de ida y vuelta con ayuda de un espejo, y colocó una rueda dentada en el camino, hizo girar está rueda, de esta manera cuando el haz de luz iba de ida y chocaba con un diente no lograba llegar al espejo del otro lado y por lo tanto no regresaba.
Debido a lo anterior cuando cruzaba por un hueco de la rueda lograba regresar a su punto de inicio, de esta forma si se giraba la rueda lo suficientemente rápido era posible lograr que aunque la luz pasara al otro lado, no podría regresar porque al momento de tratar de cruzar la rueda dentada de nuevo chocaría con un diente, de esta manera el espectador vería que el haz de luz sale pero ya no vería que regresase, y teniendo control sobre el número de dientes de la rueda y su velocidad angular, sería posible encontrar la velocidad de la luz, Fizeau encontró que la velocidad de la luz era 313,300 Km/s, un valor demasiado acercado al aceptado hoy en día, un gran logro para los límites de la época, en los años posteriores se usaron técnicas mecánicas semejantes, puliendo los errores y minimizando la incertidumbre del valor, en 1907 Albert A. Michelson fue galardonado con el premio Nobel de física por sus instrumentos de precisión óptica, y obtuvo un valor para la velocidad de la luz de 299,796 Km/s.
A medida que se fue desarrollando la teoría electromagnética se fueron inventando más y mejores métodos para medir la luz, estás nuevas técnicas eran electrónicas y usaban en especial las microondas, finalmente en los años 70’s Las aplicaciones de los rayos láser marcaron un adelanto decisivo en la medición de las ondas electromagnéticas y se logró medir directamente la frecuencia de la luz, cada año la ciencia avanza y los métodos se van puliendo logrando más precisión y minimizando la incertidumbre, actualmente el valor exacto de la luz es de
C=299,792,458.6 ± 0.03 m/s